Hace unos días, una dirigente kirchnerista publicó en redes sociales un dibujo donde se mostraba en primer plano a una mujer y un hombre de espaldas, retratando a Alberto y Cristina, empuñando Sables Láser típicos de los Caballeros Jedi (los “buenos” de la franquicia Star Wars), enfrentados a un tribunal de personajes oscuros tipo Sith (los “malos” de la saga), representando a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Más allá de lo infantil y ridículo del caso, que plantea la relación de dos poderes de la República en términos de una guerra galáctica del bien contra el mal; sirve para entender de qué sustancia está hecha la coalición de gobierno: George Lucas, el genio creador del universo Star Wars, admite abiertamente que su mayor influencia creativa fue “El Héroe de las Mil Caras”. Casualmente, Bob Dylan, el ídolo absoluto de nuestro Jedi Presidencial, también lo admite como una de sus mayores influencias.
Este libro, “El Héroe de las Mil Caras”, fue escrito por el Profesor Joseph John Campbell, quien dedicó su vida al análisis literario, la mitología comparada y la religión comparada. El autor plantea, con errores y aciertos, que las narraciones mitológicas de diferentes lugares del mundo comparten con frecuencia una estructura fundamental: el héroe, un tipo común, inicia su aventura desde la rutina diaria hacia una región de fenómenos espectaculares, se enfrenta con fuerzas colosales y gana una victoria decisiva; para regresar de su misteriosa aventura con la facultad de otorgar dones a sus hermanos. Ojo: Antes de ponernos a discutir si esos dones son vacunas, cargos públicos o contratos con el Estado; señalaremos que el título del libro se refiere a que el héroe puede ser cualquiera y cualquiera puede ser el héroe. Las diferentes caras son cuestiones de forma y pueden coexistir perfectamente; porque no afectan la sustancia del mito.
Y así, como quien no quiere la cosa… un gris profesor de derecho flojito de saberes constitucionales, que tocaba la guitarra todo el día en el departamento de lujo que le prestaba un amigo multimillonario, se convirtió en la Nueva Esperanza de la Galaxia.
Si bien soy un Weberiano confeso (guiño, guiño: el título de este ensayo); admito las limitaciones de Max Weber y acepto que, en ciertos aspectos, su pensamiento fue ampliamente superado por otras corrientes sociológicas. Sin embargo, creo que es sumamente útil para desenmarañar los enredos de la realidad argentina; cuyo contexto es el siguiente: las redes sociales pusieron en la misma arena a gente que considera a la política como una pérdida de tiempo/dinero y a gente que considera a la política como una lucha (en términos de Weber, por supuesto). El problema es que Argentina es un país altamente politizado; a un punto tal que la mitad cree que TODO es político: o sea, todo es lucha. Extraña mucho que en el marco de un partido político fundado por un militar, muchos desconozcan que ni siquiera en una guerra, todo es lucha. Los países que ganaron guerras, en gran medida lo lograron al poder mantener todo su aparato productivo funcionando. Este desconocimiento tal vez se deba a que conocen mejor la vida y obra del General Kenobi que la del General Perón. Lógicamente, sería un bodrio de taquilla una trilogía dedicada a mostrar la vida de los productores de acero Beskar, de carne de Bantha enlatada, de rodados para unidades R2, y la balanza comercial entre Tatooine y Alderaan (antes de la explosión, por supuesto). Mmmm… mejor quedarnos con la idea taquillera de que todo es político y todo es lucha; así sumamos más cosplayers del General Juan Domingo Kenobi en la próxima Comic-Con La Matanza.
Si invertimos el sentido de “un héroe y mil caras”: veríamos que el Kirchnerismo Ilustrado es más bien “una cara y mil héroes”; o sea: una forma y muchas sustancias. Por eso el Kirchnerista Ilustrado no se percibe inmoral ni carente de ética cuando se destapa algún escándalo. En efecto, el Kirchnerismo no es monolítico: si un fulano en una punta de la galaxia kirchnerista comete un ilícito, el mengano de la otra punta, no se hará cargo ni tiene por qué. Incluso, por momentos, ni siquiera se comporta como un grupo social identificable ni una federación de colectivos; sino, más bien, como un curioso gradiente de tipos de ética política empleada por aquéllos. O sea: el Kirchnerismo Ilustrado tiene un comportamiento dual (como la luz del Sable Láser, que es onda y partícula simultáneamente). Justamente, ello implica que no puede tratarse a los kirchneristas de esquizofrénicos, ni que el Kirchnerismo sea una enfermedad mental; muy a pesar de lo que crean fervientemente algunos. Reducirlo a una patología, no sólo es ofensivo, sino que también denota la rudimentaria capacidad de análisis de quien así lo crea. Que su accionar sea irritante, o que pudieran haber psicópatas, inmorales y criminales entre sus filas, es otro asunto. Hacer foco en eso es tan errado como inútil. De la misma forma que no se puede explicar la biología a partir del comportamiento de los átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (presentes necesariamente en todo ser vivo), no se puede explicar el comportamiento de un colectivo a partir de una sumatoria de psicologías individuales. No lo digo yo ni mi amigo Weber, lo dice Durkheim.
Para Weber existen dos tipos de ética:
- La ética de las convicciones (Gesinnungsethik) tiene orientación idealista y, por ende, vinculada a creencias radicales y absolutas. La persona actúa plenamente convencida de la bondad y/o perfección de sus ideales, sin tener en cuenta las consecuencias de los mismos en sus acciones mundanas.
- La ética de la responsabilidad (Verantwortungsethik) aborda las consecuencias de las acciones humanas, ya que éstas pueden ser parcialmente previsibles. La persona que actúa con base en esta ética se responsabiliza de sus acciones. Además, la ética de la responsabilidad es una ética mundana, lo que significa que hay que hacerse cargo de los problemas reales del mundo humano.
Lo gracioso es que el Kirchnerismo Ilustrado se las arregla para ajustar la suma de los binomios éticos individuales de forma tal que las consecuencias las paguen otros, y los beneficios materiales/espirituales sean exclusivamente suyos. De esta manera, le resulta razonable pedir que la “gente” gane menos durante la pandemia, mientras sigue cobrando religiosamente el sueldo del Estado Grande que pregona; o votar populismo y mudarse a Alemania; o defender una aerolínea de bandera deficitaria (por millones de dólares diarios) mientras el 60% de la infancia está en la pobreza; o directamente desconocer a un confederado si se le destapó algún delito escandaloso.
No queda claro si les molesta que salgan a la luz los delitos, o si les molesta enterarse de ellos por el diario. Lo cierto es que si sumamos el binomio ético de todos y cada uno de los federados, el resultado es menor o igual a cero; o sea: inmoralidad o amoralidad.
Pero, a ver… si alguno llegara a sentirse ofendido por aquello, o en ridículo por la comparación con Star Wars; podemos explicar la situación recurriendo a otra película más canchera (y no menos acorde a la definición de política): “El Club de la Pelea”. En esta película, el personaje encarnado por Edward Norton explica un ejemplo de exceso desmedido de racionalidad. De ahí es que resulta tan apropiado el nombre de Kirchnerismo Ilustrado.
¿Exceso desmedido de racionalidad? Pues claro, hay muchos casos de resultados devastadores del exceso de racionalidad. Uno de los más emblemáticos es el Ford Pinto, y un diálogo del Club de la Pelea se basa sobre este caso. Tras el éxito de ventas del automóvil, se detectó un pequeño problema: EXPLOTABA si lo chocaban de atrás. ¿Y qué hizo la empresa? Calculó el costo de las potenciales demandas versus el costo de modificar toda la línea de montaje. Como era más barato afrontar las demandas que reconfigurar la fábrica, siguieron vendiendo autos que explotaban. Racionalidad pura y dura; como por ejemplo: maximizar el beneficio propio a costa de las cloacas del resto, a costa del pavimento del resto, a costa de la educación del resto, o a costa de los principios del resto. Y también los propios, ¿por qué no?
Y así es como los principios van siendo pisoteados por la murga de la racionalidad excesiva; porque es fácil pisotearlos: son axiomas y no teoremas. Y así es como los murgueros de la racionalidad excesiva, más entusiasmados con molestar al resto que con disfrutar de su fiesta, van quedando sordos de sentido común. Y así es como los murgueros de la racionalidad excesiva le arrebatan la Navaja de Ockham al vecino furibundo de hartazgo y se la devuelven clavándosela en el pecho: porque aunque la explicación más simple y suficiente sea la más probable, no está chequeada.
Y así es como el murguero empezó a embarrarse. Porque se quedó sin calles, sin desagües, sin cloacas y sin electricidad. Porque sin principios, no hay rutina. Porque sin rutina, no se puede construir nada. Porque sin principios, los chorros siguen libres. Y siguen libres porque no está chequeado si la justicia funciona con independencia. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Agitando con las manos. Mueva. Mueva. Mueva. Mueva. Mueva.
¿Ta chequeado? ¿Lo chequeaste? ¿Ta chequeado? ¿Lo chequeaste? ¿Ta chequeado? ¿Lo chequeaste? ¿Ta chequeado? ¿Lo chequeaste? ¿Ta chequeado? ¿Lo chequeaste? ¿Ta chequeado? ¿Lo chequeaste? Agitando con las manos. Esa. Esa. Esa. Esa. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así. Y así.
Y así, y así, y así, sin darnos cuenta, politizamos todo y racionalizamos todo. Y así, y así y así, nos la pasamos peleando y cuestionando. Y así, y así, y así, nos quedamos aturdidos. Y así, y así, y así nuestro PBI sigue cayendo. Y así, y así, y así el Estado se sigue agigantando. Y así, y así, y así, el ritmo de la murga se fue convirtiendo en el ritmo de la Marcha Imperial de Star Wars.
Help me, Obi-Wan Fernández. You’re my only hope.
2 comments:
Muy bueno, te vengo leyendo y lo seguiré haciendo...permitirme agregar algo: para entender al kirchnerismo tenés que situarte en la psiquis de una persona que le teme muchísimo a la muerte, por eso aplastan todas las leyes y las normas y los usos y las costumbres, porque todo tiene que ser ahora, ya, no puede demorar un instante...inhalar hasta el último aroma de la última flor y guay si te pones delante, de ahí el vacunatorio Vip y demás tropelías ...abrazo y muchos éxitos
Gracias! El próximo será sobre acciones sociales. Weber tiene todo un modelo que es excelente.
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