Vivíamos felices dentro de la deformidad. Nuestras cabezas se volvían cada vez más voluminosas y derretidas como velas.
No pensábamos triunfar, sólo pensábamos en que nadie nos viera.
Ya no nos veíamos tanto, porque nuestro horroroso aspecto nos espantaba mutuamente. Pero a la larga la deformidad fue cediendo y nuestra tolerancia mejoró.
Así vivimos unos cuantos años deformes.
2 comments:
cuanta verdad, me gusta.
Hay etapas deformes en la vida.
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