El asado es uno de los pocos emblemas argentinos vivos que merecen ser idolatrados.
Si bien el comer es una necesidad básica y el comer en grupo es un hábito social básico del hombre; el asado trasciende aquello: pues unifica, concilia y genera un espacio de respeto y confianza entre individuos; más allá de que el evento del asado sea utilizado muchas veces con fines poco honrados.
En un asado no hay bandos, hay cooperación, diálogo, incluso debate. Y al final, todos aplauden a quien lo presida.
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