Por algún motivo, da la sensación que estos dos conceptos están relacionados de algún modo. Puede ser porque el arrogante suele emplear la ironía. Sin embargo, sería más apropiado decir que utiliza el sarcasmo.
Existe una diferencia entre la ironía y el sarcasmo: el sarcasmo es la ironía hiriente. Por ejemplo; el ácido acético y el ácido sulfúrico, como sus respectivos nombres lo indican, son ácidos; el primero puede condimentar ensaladas, mientras que el segundo puede lastimar brutalmente al cuerpo humano.
El sabio nunca enseña de manera evidente y para poner a prueba a su discípulo utiliza la ironía para marcar, mediante una burla sutil, la falta de ética y/o estética en determinadas cosas. En cambio el arrogante, cuyo complejo de superioridad reside en el temor a ser inferior, utiliza el sarcasmo para burlarse de todo aquello que considere inferior y/o rival, de manera hiriente pero sin correr el riesgo de exponerse.
Mientras tanto aquí, en Buenos Aires, una nueva hora comienza…
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