La telefonía celular le generó al hombre -además de una ilimitada capacidad de comunicarse y varios casos de cáncer testicular- un síndrome de soledad cuyo detonante fue el directorio telefónico que llevan incorporados los telefonitos.
El cuadro es simple: por cada minuto que uno pasa sin recibir un llamado, el inconciente realiza un recuento de toda la gente del directorio que no lo está llamando a uno.
En definitiva... el ser humano consume y venera paradojas.
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