Un barco de tierra









Hay un barco que nunca zarpó y hoy arribó a destino, después de casi treinta años.

Mucha humedad en el interior del barco. Paredes podridas y pintura arruinada. Los camarotes, bastante chicos; y el aire acondicionado ruidoso, pero nos arrullaba (y no recuerdo haberlo visto fallar nunca).

El salón de fiestas, de facto, se convirtió en bodega, para guardar pertenencias de pasajeros que ya no viajan más. Jamás olvidaremos esos techos de ingeniería; tampoco el molíno, que aunque no nos pertenecía totalmente, era nuestro.

Hay cucarachas en el piso (acaba de pasarme una por al lado), arañas en las paredes y ratas en el techo. Huele a humedad y su oscura apariencia es siniestra. Pero no podemos pedir más.

De noche hacía ruidos y crujía. Y a lo lejos, en las noches de calor, se oían marchas que se aproximaban infinitesimalmente, pero nunca llegaban; también se oían trenes lejanos que en una época sólo atravesaban campo. Aún nos preguntamos quiénes viajarían allí.

En invierno, se sentía olor ahumado en todos lados, salvo en el barco, que olía a gas.

Tardaron varios años en exorcizar el sistema eléctrico y los muebles, que de tan obsoletos, ya están de moda nuevamente.

Pero por lo menos comíamos bien y en el agua la pasábamos bien.

Hoy, después de casi treinta años, llegó.

La reencarnación de Amalia...

... tiene su mismo número de celular.

- ¿Y cómo te diste cuenta?

- Me llamó.

- Náh.

Ahora sólo queda el Tercero


El Primero se autodefinía por oposición al Segundo y al Tercero.

Al Segundo no lo entendía, le temía y lo odiaba, mientras que al Tercero le cambiaba espejitos de colores por oro.

Luego de pelear por mucho tiempo con el Primero, el Segundo se partió en tres y una parte se fue lejos, otra quedó en la órbita del Primero y la última quedó en la órbita del Tercero.

A todo esto, el Tercero miraba perplejo lo que pasaba entre el Primero y el Segundo. Por momentos extrañaba esa parte del Segundo que se había ido lejos y por momentos perseguía obsesivamente a la otra parte que giraba alrededor del Primero.

Un día, el Tercero se encontró solo; inexplicablemente.

Después de mucho buscar, encontró una notita que decía:

"Me fui a comprar espejitos de colores. Vuelvo en un rato. Saludos. Primero"

Pero nunca más volvió.