... se encuentra caminando por el bosque.
Decile chau al cielo
Decile chau al cielo,
porque se va a dormir.
Cuando cierre sus ojos,
estará oscuro y no podremos ver.
Mañana regresará,
y lo veremos de nuevo...
Seguramente despierte de otro color;
y no se acordará de nada.
Pero eso no nos importa;
porque tampoco nos acordaremos tanto.
Al principio no le prestábamos atención… incluso ni siquiera lo percibíamos.
Empezó a ser evidente cuando la conversación se cortó y las muecas de desagrado comenzaron a proliferar entre los presentes.
Era claro. Era incómodo y nadie sabe de dónde venía.
Se manifestaba como un olor agrio, pero no se percibía por la nariz. Un humo que molestaba en cierta medida, pero no a los ojos. Un malestar estomacal sentido en un lugar indescriptible, apenas físico, afectó a todos.
Y tomábamos conciencia de esto a lo largo de un tenue progreso desde la alegría al malestar.
Tenue. Paulatino.
Y de un momento a otro se fue pasando y retomamos la conversación.
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