Casa

Arañando las paredes de lo inevitable espero su llegada y ruego que no me descubran. Entré a su casa sin permiso, con mis llaves. Llaves que conservo para vivirla unos minutos más. Está todo muy oscuro y hay baja tensión.
 
 
Me doy un baño de inmersión.
 
 
Siento un ruido y salgo de la bañadera.
 
 
Veo cosas que eran mías. Se corta la luz. Vuelve. Veo cosas demacradas. Se corta la luz. Vuelve. Veo cómo las cosas se me acercan. Se corta la luz. Vuelve. Las cosas sonríen. Se corta la luz. Me agarran del cuello y de las muñecas. Grito con toda la fuerza pero todo el esfuerzo se pierde en la inmensidad del pasillo. Vuelve la luz y me veo correr por el pasillo. Pequeñito. Riendo. Se corta la luz. Vuelve. Estoy tirado en el piso, en un charco de sangre. Se corta la luz. Me invade el miedo. Tengo que salir rápido. Ya no es más mi refugio. Ahora lo habitan caníbales y se divierten con mis cosas.
 
 
La puerta está cerrada. Me cambiaron la cerradura. No puedo salir. Las ventanas tienen rejas. No puedo salir. Encerrado en mi propia casa. Que ya no es propia. Ya no es mía.

Se escuchan ruidos afuera. Luces. Los caníbales. Se acercan. Y yo adentro.

Encerrado.
 
 
Desnudo.
 
 
Mojado.