Vacaciones II

Caminando pasan cosas, imágenes, sensaciones, cansancio, hambre y sutiles percepciones. Ver con el rabillo del ojo personas que en realidad no están.

Stop. Foto. Stop. Foto. Stop. Foto. Pintadas, pegadas, señales de tránsito, cámaras, cámaras, cámaras. La europaranoia.

Tienda de discos. Stop. Un quilombo por dentro y por fuera. Ahora tengo calor y hambre; pero ningún lugar me convence: Shawarma, kebab, shawarma, kebab, pizza, shawarma, shawarma, shawarma, pizza, bingo.

Después subí a la alfombra mágica con el estéreo a todo lo que da. Surfeando por las peatonales… surfeando con una tabla de cristal sobre peatonales de crema, haciendo slalom…

La marea pastelera me llevó lejos y me sentí solo. La euro paranoia. Una sombra grande detrás. La europaranoia. Se desplaza rápido. La europaranoia. El rabillo del ojo miente, yo pensaba. La europaranoia. Sigo. La europaranoia. El rabillo del ojo no mentía. La europaranoia. Un vampiro semi travestido en rollers me estaba siguiendo hace bastante tiempo… pensé en mis riñones y el mito urbano. Frené y saqué la cámara, me puse en guardia y el vampiro pasó veloz. Frenó más adelante y me dijo “hello”. Lo saludé y seguí. No me siguió más.

Seguí viajando un poco más en la alfombra mágica y estacioné.

Nos fuimos en tren, llegamos y nos convertimos en flanes con crema… muy suaves, dulces y con visiones de micro lugares que existen en esta realidad total, pero nadie les da importancia. Un sueño bíblico que nunca comienza ni termina… está permanentemente a punto de empezar o terminar, nunca se sabe. Somos parte de todo, en las piedras o convertidos en turbo propulsores.

Que lindo es respirar aire fresco después del viaje.

Al día siguiente conseguí el disco que estaba buscando, tarareamos con el orto junto a holandeses e ingleses; nos peleamos con holandeses al estilo Russel Crowe… bajamos dos cambios, volvimos del carajo y tuvimos brincadeira con brasileños; una regia cena en una fonda australiana y charla gastronómica con kosovares.

Me olvidé el sombrero en el bar y el Arcángel Gabriel (que se dejó las rastas) me lo trajo justo cuando me di cuenta del olvido, minutos antes de que empiece la película independiente balcánica.

Eso es todo lo que recuerdo.

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