Domingo de Pascua. 5:30 AM. Mis sueños comenzaron a musicalizarse.
Ya era imposible seguir durmiendo... música cada vez más fuerte y ahora unas voces gritaban por altoparlante. Me levanté de golpe y me asomé por la ventana. Marchaban las tropas de un dios... Un dios que no tenía problemas en molestar e interrumpir el descanso de todos.
Las voces distorsionadas gritaban "O Salvador, o Salvador"... Y los zombis marchaban por la playa. Un dios impertinente, molesto, irrespetuoso. Un dios maniqueo que insulta, ningunea y tilda de “feiticeros” a quienes hagan algo un poco distinto de lo que él dicta. Un extorsionador, un prepotente, un tirano.
El llamado no era para mí. Ese no era mi Dios. Mi Dios no es maleducado. Ahora lo tengo claro.
Por suerte tenía tapones para los oídos. Me los puse y seguí durmiendo en herejía.
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