El camino se abrió y me encontré con mi ser. Era un fuego inolvidable en lo más profundo del océano. El movimiento era un pulso y me guiaba.
En breve se fue, pero reencarnó en otra forma más sublime y me llamó. En paz.
Amanecí tirado en la playa con la radio prendida. Dios estaba en la radio y decía algo del Diablo. Yo me preguntaba por qué tenía sabor a vainilla en la boca y no a sal. Entonces me quedé quieto, esperando la próxima señal.
El sol quemaba y a lo lejos se veía el faro. Pero no se veía la torre, solo se veía un haz que giraba y no era luz. Era algo distinto, algo que contrastaba en pleno día. Casi como ver el film negativo de un faro en la noche. Entonces subí al corsario y me dirigí hacia él.
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2 comments:
al fin la luz y el camino hasta llegar a ella...me alegro y fue un bellísimo recorrido.
gracias por invitarme.
besos
Un gusto!
Me alegro que te haya gustado y lo encontré muy parecido a tu relato. Mar y desierto, alucinaciones y pérdida de memoria.
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