Todo estuvo muy lejos de mí y yo ahora estoy muy lejos de todos.
Simplemente no me quedó más remedio que partir, para que mis hijos no tengan que convivir con la cara de la deshonra. Sin embargo, deseo aclarar que no veo un acto heroico en esta última voluntad. Sólo intento sepultar todo recuerdo que los demás tengan de mí; porque para ellos yo ya he muerto.
¿Cómo explicarles que la venganza es tan mala como la traición, cuando ya no quieren escucharme? Ellos hoy no tienen ningún ejemplo valioso: únicamente traición y venganza. Espero que Dios se apiade de esas almas inocentes que quedaron en medio de los disparos del odio.
Pareciera que fue el tiempo quien nos terminó dañando a los dos. Pero tarde me di cuenta que el tiempo es una variable que acompaña pero no interviene. El tiempo no tiene la facultad de sanar ni tiene la culpa de las cosas que pasan. También supuse que el silencio era el único culpable… Pero también me equivoqué; porque existe silencio en la medida que alguien lo quiera guardar: y fuimos papá y mamá quienes hicimos esto. Antes de la traición, lo único que nos unía era la distancia.
Ahora hago un punto aparte y me pregunto quién traicionó primero… ¿O fue una acción tan sincronizada como un movimiento frente al espejo?
Lamentablemente me di cuenta tarde de muchas cosas. Entre ellas, que yo no soy la justiciera, sino la asesina de papá.
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