- ¿Qué es no saber estar solo?
- Un mal comienzo.
En principio, uno debe aguantarse a sí mismo; como una columna en posición vertical. Luego la vida va poniendo carga encima y también va poniendo otras columnas alrededor para distribuir mejor un gran peso. Asimismo, la vida va sacando esos pesos o los mueve de lugar y otro tanto pasa con las columnas de alrededor.
El principal problema se presenta cuando el eje de una columna no coincide con el eje vertical. A raíz de ello, uno se preguntaría: ¿Cómo no se ha desplomado aún esa columna? La respuesta es simple: esa columna vive apoyada en otra columna. Pero… ¿Qué pasaría si la vida mueve a la otra columna? Buena pregunta: aquella columna se desplomaría.
Entonces, aparentemente, uno debería vivir aislado, sin entrar en contacto con los demás; por temor a desplomarse sobre si mismo ante la ausencia de la asistencia ajena.
Afortunadamente eso no es así: uno puede observar en el Foro Romano decenas de columnas aisladas que aún siguen en pie desde hace más de dos siglos; a pesar de que la estructura que en conjunto sostenían y las vinculaba entre sí no exista más.
La subsistencia de la persona una vez destruido el vínculo reside –en parte– en las características del vínculo en sí mismo. Por ejemplo: no es lo mismo un arbotante que sostiene las paredes de una catedral gótica, que un arco de medio punto entre dos columnas; porque si cae el arbotante, caería la pared; pero en el otro caso, si una de las dos columnas o el arco de medio punto cae, el destino de la columna restante dependerá, en gran medida, de cuan recta sea su postura original.
Es imprescindible mantener la identidad (columna, viga, arbotante o pared) a pesar de estar formando parte de una estructura (matrimonio, familia, clan o pareja); porque de esa manera uno no vive solo ni deja de vivir si queda solo.
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